martes, 28 de diciembre de 2010

Ella sólo quiere bailar

Para el 2011 ella ya no quiere piedras
de un amarillo casi negro,
mucho menos ojos caídos
ni falta de color.

Para el 2011 ella quiere bailar
al son de una buena música
lenta pero fuerte,
linda pero tétrica
sin dejar de olvidar,
pero olvidando,
las sillas
que el 2010
no la dejaron bailar.

Le fue un año desordenado.
Las bombas internas
acumuladas de la infancia
no dejaron de sonar,
como hoy a sólo 82 horas del final
las luces que iluminan los cielos
no la dejan dormir.

Hace casi exactamente un año
en una playa
cerca de donde sale el sol
conoció a un caballero de finos cabellos
que sólo la quería acariciar
y sus caricias eran tan tiernas
que ella se dejó,
y feliz,
lo volvió a dejar.
Hoy no lo ha visto más.....

Luego entró a un pequeño mundo
cuadrado y de paredes turquesas
con truiangulos que volaban
por los pisos,
donde nuevas esfinges
le dieron diversión y calma,
en medio de piscos y freshes,
en medio de hongos y humo,
en medio de días soleados y arenas,
ella creyó ver colores rosas
en un personaje amarillo carmín
y en sus conversaciones y risas,
pero el final no fue feliz
y la incomodidad reino la sala
con techo de espejismos
y cobertor gris.
Algunos salieron heridos
y nunca más ella logró curarlo de ese mal.

Y luego de todo
y no por nada de lo anterior
sus ojos no secaron más.
El corazón corría a destiempo,
ella gritaba aire
pero el aire se escapaba de su boca
y el aire se escondía atrás de ella.
Ella
sin voltear
no lo supo atrapar.

Los relojes le daban la espalda
y los doctores la perseguían
con agujas de alfiler,
ella con miedo
se escondía,
ella con miedo
los enfrentaba,
ella con miedo
hizo extasis de químicos,
ella con miedo
aún no dejaba de llorar.

Luego vio muchas flores,
verdes con promesas de colores,
y se sentaba cada mañana,
cruzaba sus piernas
en el frío hielo
y sus ojos cerraba.
Al principio
sólo lágrimas caían
y le pedía a algún Dios
que por favor
dejará de sufrir,
pero sus lágrimas eran muy pesadas,
caían
mojándole sus faldas
y ella tenía que cambiarlas
y ya no tenía más.
Hasta que las lágrimas se acabaron
y ella feliz,
no paro de brillar.

Pero brillar sola no era para ella,
ella necesitaba más ojos,
labios,
pies,
torso,
y sobre todo manos
para poder bailar.

Lo buscó y lo encontró,
lo enredo en sus arpas de música,
pero él.....
él tenía un cerebro muy distinto,
el de él era mágico y creativo,
su tono de voz era de otro país,
tal vez porque tenía la suerte de ver diferentes mundos,
en esta fría y gris ciudad,
el grosor de sus manos aplacaba las de ella
sin dejar de ser tierno al hacerlo
y le sacaba conejos dolorosos
que ella agradecía
porque le provocaban sonrisas,
y su desorden invadía su cabeza también.
Y por más que le provocaba abrazarlo cada hora
ella decidió partir
a un mundo lejano
de personas delgadas
y ojos jalados,
a un mundo lleno de flores,
a un mundo colorido,
a un mundo donde le prometieron
que ella encontraría la paz.

Ahí conoció a su principe azul,
sin darse cuenta lo llamó alma gemela
y él se asustó,
y luego sonrió.
Era un personaje de alas blancas,
nombre extraño
y tez colorida,
sin una pisca de sal.
Tenía las manos suaves
los dedos largos
y la nariz de papel.
Ella sólo sentía mariposas
que el luego cogía
 y las colocaba en su pelo.

Ella le sonrío y él también,
sus miradas brillaron sin decir palabra.
Ella le hizo un dibujo,
él un poema,
intercambiaron cartas,
se besaron y
se tocaron tiernamente.
Bajo un sol radiante,
lejos del mundo
y cerca del mundo,
se dijeron te amo
sin sellar un futuro
en monedas naranjas
de las que no se arrugan jamás.

Fue un mes
para toda la vida
con los demás habitantes
de ese reino encantado.

Ella fue a una isla,
él la siguió también,
y ella lo siguió a él.
Ella notaba su mirada en el barco,
la miraba con el corazón,
fijamente.
Ella lo miraba sin que él se diera cuenta
y le susurraba al oído,
si era él,
el alma que jamás pensó encontrar.

Pero esa persona ya no existe,
él decidió partir
y convertirse en uno nuevo.
Y ella se quedó callada.

Él lleno de disfraces el pasado,
comenzó a escribir con hielo
lo que se debía escribir con rosas frágiles
por respeto
o compasión,
y comenzó a dañar animales
cuando él siempre decía
que se podía decir que no.
Pero ella se quedó callada

Él transformó el pasado nuevamente
dándole nuevo color al presente.
Él estuvo y no estuvo,
cuando prometió estar.
Pero ella se quedó callada
porque si hablaba
sus ojos no secarían más
y porque sabía
que en la vida
nada la había
pertenecido jamás.

Se sentaba cada mañana,
a limpiar su corazón
para que la tristeza
y amargura
se alejen,
dándole espacio a la decepción.

Pero un mes fue suficiente
para que aquél personaje
de nariz en papel
se impregnará en su mundo,
en el mundo del cual ella
no lo piensa sacar.
Sólo lo arrima
al cuadrante de la nostalgia
donde todo lo bonito
se torna púrpura y morado,
y no se olvida jamás.

Hoy lo saluda desde lejos
deséandole bondad,
y ella voltea rápidamente su cara
para no brillarle de nuevo
y va en busca de un principe más sincero,
un principe de verdad.

Luego de mucho años,
regresó a su esfera,
un niño de finas piernas,
nariz roja,
y orejas grandes,
pero ella lo quiere demasiado
para seguir despertando a su lado
oliendo a alcohol
y sin cabeza,
para luego arrastrase a la puerta
para partir.

Ella lo necesita frente a frente
pero de costado.
Ella lo necesita ahí
para que calme sus dolores
y comparta las sonrisas.
Ella lo aprendió a querer con temor
con uno bonito
donde su ingenua ternura
sólo la hace suspirar.

Ella sólo lo quiere abrazar,
hacerle cariño
y enseñarle a respirar
el frío aire
del malecón del mar.

Y ella lo quiere abrazar
de nuevo
y desearle buena suerte
en la búsqueda
que él no entiende
comenzó ya.

Ella no quiere volver nuevamente
a esta playa donde sale el sol,
no quiere volver a transgiversar
la realidad
con unas copas
de hielo.

Ella quiere paz
y si bien ahora
necesita del sol,
del mar,
de las mariposas,
de las sonrisas,
de los colores,
de los gatos,
del cielo celeste,
y estrellas que brillan
y que hacen recordar al principe que una vez tuvo....
ella sólo quiere la verdad.

El 2011 es el año de los sueños
le dicen las brujas por la calle.
Siempre supo que su vida era un sueño
pero el miedo no la dejaba dormir.

Ahora no le tema a la oscuridad,
al menos sabe cómo apagar las luces,
y por más que no sepa lo que hay en esa oscuridad,
la interrogante la hace sonreír.

Ella quiere irse lejos,
muy lejos,
donde los recuerdos no puedan alcanzarla
y donde las emociones nuevas no le suelten las manos.
Esta vez ella no va a frenar.

Se va a sentarse nuevamente
sin manos que la sujeten
a buscar una sonrisa
en su centro,
una sonrisa que ya conoce
y que se le escapa sin permiso,
una sonrisa de verdad.

Para que luego,
sonriente y brillante,
encuentre las manos,
dulces y suaves,
que la alzen a volar,
pero a volar de verdad.



Y que el próximo año le sea aún más feliz.